01.- INTRODUCCIÓN.
02.- EL REGRESO A FLORENCIA.
03.- IDENTIDAD DE LA GIOCONDA.
04.- COMENTARIO: EL SECRETO MEJOR GUARDADO TRAS LA SONRISA DE LA GIOCONDA.
05.- FUENTES DE DOCUMENTACIÓN.
01.- INTRODUCCIÓN.
Estamos casi finalizando, este es el penúltimo capítulo de «El lado oculto de Leonardo da Vinci«, ya creo que podemos decir que conocemos un poco mejor a la persona que fue Leonardo da Vinci. Es cierto que le he dedicado muy poco a su faceta como ingeniero, científico, inventor o investigador de la naturaleza, por resumir un poco su polimatía en cuanto a las ciencias. Creo que estas capacidades, sin duda alguna nos evidencian que estamos ante una persona muy inteligente, más teniendo en cuenta que fue una persona iletrada que se hizo a sí mismo. Pero por el mundo han pasado y siguen pasando muchos personajes que nos han deslumbrado, nos deslumbran y nos deslumbrarán con sus capacidades y su inteligencia.
¿Qué le hace ser tan especial a Leonardo da Vinci, entonces?
La respuesta creo que es sencilla:
Su sensibilidad.
Toda su fuerza, sus estudios, sus trabajos de investigación, sus capacidades, su intelecto por agruparlo de alguna manera, lo vuelca en sus emociones, y a nosotros nos llegan esas emociones a través de algunas de sus manifestaciones artísticas, principalmente a través de sus pinceladas. Pero si entre todas sus pinturas tuviese que decantarme por alguna, evidentemente al igual que el resto del mundo lo haría por una:
“LA GIOCONDA”
En este capítulo, aunque se muestran otras pinturas y otro tipo de situaciones como antesala, será la Gioconda – la Mona Lisa, sobre la que centraré todo el esfuerzo para tratar de clarificar, entre multitud de hipótesis, una cuestión sin resolver que ha traído y sigue trayendo de cabeza a historiadores y críticos de arte, se trata de la identidad de la modelo y la tragedia que podría esconderse tras el velo negro que cubre su cabello rojizo y rizado.
Aunque si genera incertidumbre quién fue la modelo de la Gioconda, hay otra cuestión que me parece mucho más interesante y sobre la que me gustaría aportarles mi criterio personal, se trata de
«El secreto mejor guardado tras la sonrisa de la Gioconda«,
Para descubrirlo tendrás que adentrarte en este post y, paso a paso, ir despojando el envoltorio que te desvelará aquello que a todos se nos hace tan familiar cuando miramos a la Gioconda, pero que ninguno sabemos expresar.
02.- EL REGRESO A FLORENCIA.
«La última cena« había sido concluida y aclamada, gozaba de la camaradería de la “Academia Leonardi Vinci” y disfrutaba de los sosegados placeres de su jardín (parcela que le regaló Ludovico el Moro que contenía extramuros de Milán), pero esta etapa dichosa no duraría mucho, a principios de 1499, llega a Milán la noticia de que los franceses estaban movilizando tropas para una invasión bajo el mando de su nuevo monarca, el rey Luis XII.
En el mes de mayo entran los franceses en Italia, el 2 de septiembre Ludovico Sforza huyó de Milán, el 6 de septiembre Milán cayó en manos de los franceses y el 6 de octubre Luis XII entraba triunfal en la ciudad.
Leonardo, según el biógrafo Charles Nicholl, tuvo una especie de connivencia con la corte francesa, llegó a rechazar varios trabajos debido a ciertas obligaciones con el Rey, dos años más tarde llegó incluso a pintar «la virgen de huso» para Florimond Robertet, favorito del monarca francés.
Para finales de noviembre los mandos franceses, en un exceso de confianza habían levantado el campamento, Luis XII había vuelto a Francia. Aprovechando esta situación el Duque Ludovico Sforza, el Moro, apoyado por Maximiliano y las tropas mercenarias suizas retornó, aunque finalmente fue un episodio fugaz, el 15 de abril Milán Volvía a estar en mano de los franceses.
Leonardo, al haberse quedado durante la ocupación francesa, temeroso de que hubiese podido ser acusado de colaborador con el invasor, no esperó a la llegada de Ludovico Sforza y obligado por las circunstancias, huyendo de su antiguo mecenas se convirtió en un exiliado, abandonando así la ciudad de Milán en los últimos días de 1499, acompañado de Pacioli, matemático, filósofo, franciscano y un gran amigo suyo con el que compartió algunos proyectos y trabajos.
Tras su salida de Milán aprovecha para hacer una breve estancia en Mantua, en casa de su admiradora la marquesa Isabel de Este, quien con mucha insistencia consiguió que le hiciese el boceto de un cuadro que se supone que nunca llegó a terminar pero que para algunos estudiosos podría guardar alguna relación con la Gioconda, en su morfología guarda algún parecido además de poder coincidir cronológicamente, pero resultó ser una teoría muy poco respaldada porque no hay indicio alguno de que le hubiese terminado el retrato, el único que hay es el boceto al que nos referimos y se encuentra en el museo del Louvre.

Leonardo continuó su viaje hasta Venecia donde fue contratado como ingeniero militar, proyectando en pocas semanas una cantidad de artefactos que no llegarían a realizarse en muchos casos hasta los siglos XIX o XX.
En abril de 1500, tras casi veinte años de ausencia, Leonardo da Vinci regresó a Florencia.
Pero Leonardo ya era reconocido como uno de los mayores maestros de Italia. En 1501 había trazado un boceto de su «Santa Ana, la Virgen y el Niño«, que trasladaría al lienzo a finales de la década (sobre esta hermosa obra trataré de profundizar un poco más en el próximo y último capítulo).

En 1503 recibió el encargo de pintar un gran mural (el doble del tamaño de «La Última Cena«) en el palacio Viejo: la nobleza florentina quería inmortalizar algunas escenas históricas de su gloria. Leonardo trabajó tres años en «La batalla de Anghiari«, que quedaría inconclusa y sería luego desprendida por su deterioro. Pese a la pérdida, circularon bocetos y copias que admirarían a Rafael e inspirarían, un siglo más tarde, una célebre reproducción de Pedro Pablo Rubens.

También sólo algunos bocetos, copias y replicas sobrevivieron de otra gran obra de este periodo: Leda y el cisne.

Sin embargo, la cumbre de esta etapa florentina (y una de las pocas obras acabadas por Leonardo) sin duda alguna fue la Mona Lisa, también conocida como la Gioconda.
03. IDENTIDAD DE LA GIOCONDA.

El cuadro considerado como el más popular del mundo, sin duda alguna es la Gioconda, y el enigma más grande de la pintura de la Gioconda es la identidad de su modelo. Se han planteado multitud de hipótesis pero según las últimas investigaciones solo parece haber dos teorías probables, aunque una se contradice con la otra. La tesis más ampliamente aceptada se basa en el biógrafo Giorgio Vasari, según este el retrato sería de Elisa del Giocondo, esposa de un comerciante de ropa de Florencia, Francesco del Giocondo el cual le habría encargado el cuadro en 1503, pero esta teoría se contradice con una nota del cronista Antonio del Beatis de 1517, según la cual Leonardo Da Vinci afirma que pintó la obra por encargo de Lorenzo de Médici, por lo que para salir de dudas analizaremos las dos teorías:
- Versión del biógrafo Vasari:

Vasari trabajó como arquitecto en Florencia pero también como biógrafo de muchos artistas, entre ellos de Leonardo Da Vinci, normalmente, aunque realizaba una importante labor de investigación, cuando escribía las biografías, los personajes ya habían fallecido. Eso significa que una parte de la historia del retrato la basó en los comentarios que se hacían de persona a persona, además también se dio otra circunstancia y es que nunca llegó a ver la obra. En la biografía que Vasari realizó de Leonardo se puede leer: “Leonardo pintó para Francesco del Giocondo la Monalisa, su esposa, y se encuentra en posesión del Rey Francisco I de Francia. Se esforzó mucho en ella por cuatro años y luego la dejó sin terminar”. Estas líneas le dieron a la pintura su nombre “Monalisa” (El nombre de Monalisa proviene de la abreviatura de Madona Mona y Lisa su nombre). Francesco del Giocondo era un hombre de negocios, un nuevo rico, pero no era un simple comerciante, era una persona pública con gran carisma. Lisa di Antonmaría Gherardini, que ese era su nombre real, era jovencísima y Vasari también la define como muy hermosa. Lisa del Giocondo fue la tercera esposa del Giocondo. El nacimiento del segundo hijo y la incorporación a una nueva casa podrían haber sido la ocasión para encargar el retrato. Sin embargo, Leonardo dado el reconocimiento podía haber elegido a cualquier noble para retratar, sin embargo eligió a Lisa, por qué. Leonardo regresó de Milán a Florencia alrededor del año 1500, tenía 48 años. No tenía encargos ni trabajo, y los retratos es como el pan de cada día de los artistas, y los mejores pagados. Por lo que podría haber sido el momento del encargo de la pintura, sin embargo existen muchas contradicciones:
- Según el archivo histórico del Instituto de Glinochenti se encuentra el registro comercial de la familia Giocondo, la base para la declaración de impuestos, Vasari dice que se realizó el encargo en 1503, así que se debería haber encontrado un registro con una cantidad cuantiosa para dicho encargo, sin embargo en 1503 no hay gastos por ninguna pintura, en todo el registro no se encuentra ninguna cantidad que refleje un encargo a Leonardo.
- Tampoco en el testamento se refleja nada de ninguna pintura valiosa.
- De igual manera no hay constancia de que Francesco hubiese exhibido una pintura de Leonardo.
- Tampoco se menciona ningún encargo de Francesco.
- El testamento de Francesco se guarda en el archivo de estado de Florencia, allí tampoco se hace alusión alguna sobre la valiosa obra del maestro.
- Vasari habla de un retrato sin acabar, sin embargo la Monalisa del Louvre está terminada hasta el último detalle. Si se hubiese terminado la obra la familia lo hubiese hecho conocer, porque Leonardo era una figura muy reconocida y la pintura tendría un gran valor económico.
- Lo normal podría haber sido que le aceptase el encargo por pillarle en un momento de poco trabajo y más tarde no concluyese el trabajo para dedicarse a otro encargo más importante. Leonardo dejó inacabadas muchas obras, pero incluso las inacabadas, todas obtuvieron un gran reconocimiento. Según esta teoría todo apunta a que la obra de la Monalisa se inició, se paró y se terminó mucho más tarde, pero el museo del Louvre a través de imágenes ultravioletas, infrarrojos y la tecnología más puntera, ha demostrado que no hubo grandes interrupciones en la obra. Fue un trabajo continuo prácticamente. Con muy pocas correcciones. El único cambio que realizó fue en la mano izquierda de la Monalisa. Por lo demás la pintura se realizó de una vez.
- Sobre el paisaje del fondo, Vasari tampoco dice absolutamente nada.
- Sobre los escritos de Vasari desconcierta que diga que “las pestañas solo pueden pintarse con el pincel más delicado, en las cejas se observa donde son más abundantes y donde menos espesas, como emergen de los poros de la piel y se arquean de la forma más natural que uno pueda imaginar”. Sin embargo la Monalisa del Louvre no tiene pestañas ni cejas, tampoco son reconocibles en la forma del relieve.
. Versión basada en el cronista Antonio de Beatis:
En la última etapa de Leonardo llegó a Ambois por invitación del Rey de Francia, vivía en una mansión junto al castillo, llamada Clouse Luousé, aquí tuvo lugar un incidente que dio un giro completamente nuevo sobre la Monalisa.
Leonardo había traído tres pinturas a esta mansión: La llamada «Monalisa«, la de «San Juan Bautista«, y la de «Santa Ana, la Virgen y el niño» permaneció en esta casa y allí tenía su atelier. El cronista Antonio de Beatis fue testigo directo de una visita del cardenal Luis de Aragón a Leonardo en Clouse Lousé, el 10 de octubre de 1517, habla sobre las tres pinturas que vieron allí, y escribió en sus notas: “una de cierta dama florentina pintada después de su vida a pedido de su fallecida magnificiencia Giuliano de Medici, otra del joven San Juan Bautista y la tercera de la Virgen, el niño Jesús y Santa Ana, esta última fue la más perfecta de todas?.
Hoy en día el cuadro de «la Virgen, el niño Jesús y Santa Ana«, se encuentra en el Louvre, la pintura de «San Juan Bautista«, también se encuentra en el Louvre, y todo induce a pensar que la obra que tenía Leonardo en su residencia, es la misma que también se encuentra hoy en el Louvre, es decir: La Mona Lisa, luego entonces la obra de la Mona lisa fue encargada por Giuliano de Médici a Leonardo en Roma, la familia Medici eran ricos, con poder y amantes del arte.


Giuliano de Médici tuvo un romance con una dama de Urbino con Pacífica Brandani. Giuliano de Médici era uno de los dos hermanos que vivieron en el tiempo de Da Vinci, era mujeriego y un derrochador, poseía encanto, un gran nombre, y un hermano influyente, ese hermano vivía en Roma, se llamaba Giovani de Médici, y quería escalar, se convirtió en cardenal y finalmente en Papa, el Papa León X. Pasó a la historia como hombre de arte de gusto refinado, un político con poder sin escrúpulos, pero también sentía debilidad por el lado bello de la vida.
Giuliano su derrochador hermano, llegó por casualidad a Urbino, donde fue huésped en el palacio Ducale,
Sus aposentos se denominaban aposentos del magnífico. Giuliano fue un poeta, fue creado por su padre Lorenzo quien era un gran literario, escribió poemas y le interesaban las mujeres, no le interesaba la política lo más mínimo. Giovani de Medici, el Papa león X, cuidó de su hermano durante toda su vida, también financió su lujoso estilo de vida. Giuliano tuvo numerosos amoríos, sin embargo una de estas tentaciones tuvo serias consecuencias. Sobre Urbino, en la provincia de las marcas, el palacio Ducale se eleva sobre la localidad, aquí es donde tuvo lugar la tragedia que rodeó a Giuliano de Médici y que condujo a la Mona Lisa.

Pacífica Brandani, una joven de Urbino, fue invitada a Palacio Ducale a pedida de Giuliano di Médici, no esta claro si ella le ofreció sus servicios, simplemente fue seducida por este mujeriego o si como se desprende de uno de los documentos, fue violada. Sea como fuere, mantuvo relaciones sexuales con Giuliano y seguramente no por voluntad propia, pero como podía oponerse al rico gobernante. Después de su relación con Giuliano, la asaltaron los remordimientos. Algunas fuentes apuntan a que estaba casada. Brandani se sumió en una crisis, además se enteró de que estaba esperando un hijo, un hijo ilegítimo de una relación fugaz en la corte de Urbino. Entonces orquestó un horrible plan, le confió a su amiga y partera que no quería el niño, que no podía soportar su vergüenza, la partera debía de matar al niño en el caso de que Brandani muriera en el parto.
Y así fue, Brandani murió a consecuencia del parto, sin embargo la partera quedó con vida al recién nacido. El 19 de abril de 1511, la noche del domingo de pascua lo dejó en la iglesia de Santa Clara de Urbino, el niño envuelto en un paño blanco era el hijo de Giuliano, como señal de su origen llevaba una moneda.

Giuliano de Médici lo reconoció como hijo en lugar de un descendiente ilegítimo, le dio el nombre de Hipólito. Giuliano dejó Urbino y se trasladó con su hijo Hipólito a Roma, a donde estaba su hermano el Papa, en ese tiempo Leonardo Da Vinci residía en las cámaras del Vaticano y trabajaba al servicio de los Medici, aunque los encargos del Papa eran escasos, Giuliano debió haberle dado el trabajo del que habló Leonardo en el Clouse Lousé, Leonardo debía pintar un cuadro que consolara al pequeño Hipólito, según Roberto Zapperi, (Historiador en Roma), el padre le dijo a Leonardo: “píntame el retrato de una madre que pueda regalarle a mi hijo, píntalo como te lo imagines, como te parezca el retrato de una madre”, y pintó el cuadro que hoy se llama Monalisa.
Esta pintura tenía el objetivo de consolar al joven Hipólito que nunca había conocido a su madre. Leonardo también nació fuera del matrimonio y era perfectamente consciente de la sensación que quería transmitir.
Esta última teoría parece tener más sentido común, coherencia y menos contradicciones:
- Si Leonardo hubiese pintado a la mujer de un comerciante de telas, la hubiese pintado con tejidos coloridos para lucirse, en cambio el ropaje era oscuro, encajando perfectamente con el hecho de que fuese una difunta la retratada, aunque mantuviese una sonrisa.
- Giuliano de Medici murió antes de que se completara la pintura, Leonardo se la llevó a Francia, donde el cronista de Beatis, la vió y la mencionó en sus notas.
(La fuente principal es un documento que se guarda en la biblioteca de la Universidad de Urbino, se trata de una página de un libro sobre niños expósitos. En la biblioteca de la localidad de Urbino, se encontraron registros de un tal Hipólito de Médici, Hipólito llegó a ser Cardenal pero fue envenenado a los 24 años, aunque había nacido como un expósito (huerfano) obtuvo el nombre de Médici. Otros documentos hablan también de su nacimiento y del nombre de su madre, Pacífica Brandani)

Sin embargo, quedan algunas dudas por resolver, como que dónde ha quedado el retrato de Lisa del Giocondo escrito por Vasari. Vuelvo a poner en la balanza dos alternativas:
- En la primera indicar que Salai (personaje muy cercano a Leonardo y que abordaré en el último capítulo) acompañó al pintor en viajes y fue su asistente en el atelier. En su legado aparece reflejado una pintura a la que se hace referencia como “La Gioconda”. En ese entonces incluso una pintura inconclusa de Leonardo tenía un gran valor para Salai, el mismo la podría haber terminado, el fue formado por Leonardo, y podría haberlas vendido por mucho dinero. Sin embargo eso nunca sucedió. Pocos años después de la muerte de Leonardo, Salai murió bajo misteriosas circunstancias (Se cree que fusilado por las tropas francesas), y al igual que se perdió la obra en su poder de “Leda y el cisne”, el retrato inconcluso de Eloisa del Giocondo, también pudo haberse perdido.
- En la segunda opción según el biógrafo Charles Nicholl también apunta la posibilidad de que Giuliano de Médici y Lisa Gherardini, se conociesen y hubiesen tenido una relación, (de hecho los dos son contemporáneos, ambos había nacido en 1479, y además ambas familias estaban emparentadas por matrimonios) y Giuliano hubiese encargado el retrato para rememorar un amor de adolescencia, teniendo entonces sí concordancia la versión de Vasari y el relato de Antonio de Beatis. Pero esta teoría resulta demasiado forzada e imprecisa y además muy poco respaldada.
Después del análisis de posibilidades en cuanto a la identidad de la Gioconda, me decanto por la versión fundamentada en el cronista Antonio de Beatis, según la cual Giuliano de Médici encargó la obra a Leonardo para que su hijo Hipólito de Médici pudiese tener en vida la imagen de su madre, encargada a uno de los pintores de maayor reconocimiento de su época. Pero aún quedaría otra incógnita, si la madre de Hipólito de Médici, Pacífica Brandani, había fallecido, de quién era el rostro que Leonardo había pintado.
04. COMENTARIO: EL SECRETO MEJOR GUARDADO TRAS LA SONRISA DE LA GIOCONDA.
De entrada, me gustaría decir que la obra en el terreno artístico me parece sencillamente bestial, y perdonen la expresión, pero creo que goza de una belleza impactante, entiendo que a la hora de enjuiciarla el saber su autoría nos puede condicionar en su valoración, pero lo cierto es que tiene una estética fascinante, los tonos rojizos oscuros que utiliza, fusionados con los negros, los verdes, dorados y los azules de fondo, con sus distintos tonos de transición, me parece una composición cromática bellísima, y no me cansaré de decirlo.
En cuanto a la composición de los elementos del cuadro, elegantísima también, el paisaje de atrás, como recurso de la época para darle protagonismo y volumen a la figura principal, cumple su función consiguiendo armonizar en el conjunto de la obra. En cuanto a la modelo, sentada, apoyando el brazo izquierdo, a la vez que relaja el derecho, manteniendo una posición erguida, pero a la vez relajada. La postura de la mano derecha, repetida en varias obras, pero en este caso interpretada con una maestría y perfección al alcance de muy pocos. Los pliegues de las mangas iluminadas, los cabellos rojizos y rizados, y el leve velo que lo cubre. Los tonos dorados, rojizos y verdes de la parte inferior del paisaje en consonancia con los tonos de la indumentaria, los cabellos y los tonos de la piel de la modelo. En cuanto al rostro, la leve voluptuosidad, la sinuosa sonrisa levantando la comisura de los labios en consonancia con la sombra de los arcos ciliares, la ausencia de cejas y su cándida mirada, hacen un rostro muy hermoso y que encaja a la perfección en el conjunto de la obra.
A mi juicio, la Gioconda goza de una perfección y belleza digna de auténticos genios, me sucede con muy pocas manifestaciones artísticas, por ejemplo con la primavera de Vivaldi, y no es que sea yo precisamente un entendido de música clásica, pero me pasa con este tema. Sabes que cada nota está donde tiene que estar y por el tiempo que se tiene que mantener, porque no podría ser de otra manera, pues con la pintura de la Mona Lisa me pasa algo parecido, creo que cada pincelada, está dónde y cómo tiene que estar, porque no podría estar de otra manera para ser tan especial.
Pero independientemente de lo especial que me pueda parecer a mí, hay que reconocer que despierta una expectación inusual y no solo por su autoría, la inmensa mayoría de críticos, historiadores, artistas y espectadores que nos hemos detenido a contemplar la obra en alguna ocasión, hemos sentido una sensación inquietante, común a todo el mundo, quizás porque todos reconocemos algo en la pintura muy cercano y familiar a cada uno de nosotros pero que no somos capaces de relacionarlo o definirlo. Y lo mismo le ha sucedido a los investigadores, críticos, historiadores y científicos, se han realizado infinidad de estudios minuciosos sobre la posición de los músculos del rostro de la Mona Lisa para poder interpretar sus emociones, sin llegar a conclusiones convincentes, quizás porque para averiguarlo haya que dejar de lado los avances científicos, volver la vista atrás y tratar de buscar al Leonardo Da Vinci persona.
Leonardo fue un auténtico profesional de su oficio de pintor, recordemos que era una persona que siempre llevaba una libreta donde no paraba de realizar apuntes, en muchas ocasiones de rostros de personas, tratando de descifrar la emociones de cada gesto, era un auténtico especialista de la interpretación de las emociones, y en este caso no lo fue menos, tenía un encargo para realizar un retrato, y cumplió su cometido.
Sobre esta obra creo tener dos convencimientos:
- En primer lugar, creo que es una pintura idealizada por su indiscutible belleza y perfección. La ausencia de cejas puede obedecer al puro desgaste de unas líneas delgadas impregnadas en el más alto escalafón de las capas de pintura realizadas mediante la técnica utilizada del sfumato, como por otra parte puede ser un elemento más para conseguir esa idealización.
- En segundo lugar, creo que esa sensación de cercanía y familiar que resulta común entre los que hemos contemplado la obra, no es ni más ni menos que la maternidad,
Sí, hablo de nuestras madres, creo que el rostro que pintó Leonardo puede parecerse a Caterina su madre biológica que le cuidó en los primeros años de su vida (independientemente de que fuese una esclava oriental o una campesina humilde), a su abuela paterna Lucía que le cuidó en su infancia, a Isabel de Este o Lisa del Giocondo, como modelos de mujeres bellas, incluso a Salai, uno de sus referentes indiscutibles de belleza, como apostillan algunos investigadores,…
Da exactamente igual, lo verdaderamente importante del cuadro, no era la identidad de la modelo, era su cometido y éste no era otro que interpretar a una madre, y la pintó: hermosa como vemos a las madres, cargada de ternura, complacencia y comprensión, también con gesto de dicha, felicidad, satisfacción y orgullo maternal, pero aún hay más, Leonardo supo expresar en su Mona Lisa o Gioconda, el nexo común con la mayoría de los que contemplamos la obra y que no sabemos distinguirlo porque lo tenemos demasiado cerca,
Cuando hablo de «el secreto mejor guardado detrás de la sonrisa de la Gioconda«, hablo de algo que la inmensa mayoría tenemos en común sin lugar a dudas,
el amor de las madres,
Me refiero por supuesto, a las mujeres que junto a sus parejas o sin ellas nos ayudaron en el crecimiento, a las que velaron por nuestra salud, a las que nos alimentaron, nos vistieron, nos defendieron, nos escucharon, nos animaron, nos permitieron equivocarnos, nos perdonaron, siempre nos recibieron con los brazos abiertos, sin rencores y por supuesto, siempre nos dieron todo su amor.
- Quiero dedicar este post a todas las madres en general y muy especialmente a Dolores Rejas García, madre de once hijos, dos de ellos fallecidos, trabajadora incansable, luchadora octogenaria, bondadosa y todo un amor.
Te quiero madre.
Josechu Pr
05. FUENTES DE DOCUMENTACIÓN.
- LEONARDO DA VINCI – BIOGRAFÍA. GIORGIO VASARI.
- EL IMAGIONARIO DE LEONARDO. CÓDICES MADRID DE LA BNE.
- LEONARDO DA VINCI – LA BIOGRAFIA – WALTER ISAACSON.
- EL VUELO DE LA MENTE – CHARLES NICHOLL.
- GIOCONDA DESCODIFICADA. CHRISTIAN GÁLVEZ.
- ¿QUIÉN ES MONA LISA/DW DOCUMENTAL.
El paisaje ha sido perfectamente localizado y sin duda tiene un vínculo directo con el origen familiar del personaje.
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