El lado oculto de Leonardo Da Vinci – Ginevra de Benci – el tigre de montaña (Capítulo 4 de 10)

1º) INTRODUCCIÓN.

2º) GINEVRA DE BENCI.

3º) COMENTARIO.

4º) FUENTES DE DOCUMENTACIÓN.

———————————– * ———————————-

1º) INTRODUCCIÓN.

Es la tercera vez que reescribo este post, si fuiste de los que leíste el capítulo anterior, te habrás percatado que el título del capítulo nuevo que se anunciaba ha cambiado. Como os dije al principio, los post los iría haciendo sobre la marcha, y aunque evidentemente tenía hecho un trabajo previo de lectura, hay cuestiones que voy redescubriendo a medida que profundizo en los temas que trato.

El renacimiento fue una época especial, supuso la mayor  revolución en las artes y en las ciencias humanas y naturales hasta ese momento. Se caracterizó por una búsqueda permanente de la belleza y de la perfección en el que el hombre se sitúa como eje de la historia de la humanidad, siendo el paradigma de esa nueva actitud Leonardo da Vinci. Sus obras pictóricas tenían una lectura aparentemente fácil, pero detrás de cada una de ellas se puede encontrar un mundo completamente diferente.

Que Leonardo era un pintor de doble lectura, es voz pópuli, algunos le consideran casi un pintor iconográfico, su obra cumbre “La última cena”, se encuentra llena de mensajes subliminares, seguramente será la pintura más debatida y con más interpretaciones en la historia de la humanidad, La Gioconda le sigue muy de cerca, y la mayoría de las obras restantes tienen un doble mensaje, aunque generalmente de temas más bien transcendentales, dirigidos a la humanidad.

Cuando estaba trabajando sobre el post que había anunciado «Leonardo da Vinchi en la corte de Ludovico Sforza», tratando de hilar la temporalidad de su obra, su entorno y los personajes que le rodeaban, me di cuenta que uno de los cuadros que iba a pasar casi de un suspiro, trataba de un retrato muy llamativo, con rostro deslumbrante y bellísimamente interpretado, que los críticos ven como la antesala de lo que sería la Gioconda, en cuanto a la técnica, pero que en realidad tiene algo más de lo que se ve a simple vista, es un cuadro con un regalo oculto, como casi todas sus obras, pero en este caso no se trata de ninguna teoría filosófica o relacionada con la iglesia,

en este caso se trata de una mundana y sencilla historia de amor…

Leonardo en la Corte de Ludovico Sforza tendrá que esperar, porque hay un cuadro que nos quiere contar algo…

2º) GINEVRA DE BENCI.

Meses después del terrible suceso de las acusaciones por sodomía, Leonardo se independiza y abre su propia «bottega», realiza su primera pintura no religiosa, Ginevra de Benci,  una dama florentina.

FICHA DE DATOS DE LA OBRA

  • Título de la obra:  Ginevra dè Benci
  • Atribución:  LEONARDO DA VINCI (No hay una certeza absoluta, pero según los técnicos en esta materia hay demasiados indicios que así lo afirman y quedan pocas opciones para que pudiese ser de otra autoría)
  • Tema: Retrato de una dama florentina.
  • Dimensiones:  38,8 × 36,7 cm ( el cuadro en origen se considera que fue de mayores dimensiones en altura, y que por motivos desconocidos fue recortado, quedando prácticamente cuadrado)
  • Técnica:  pintura al temple y óleo sobre tabla
  • Datación:  1474-1478
  • Ubicación actual:    Galería Nacional de Arte (Washington), Washington D. C., Estados Unidos

«La mujer está representada en un busto de tres cuartos, girada a la derecha. Se sabe que la pintura fue cortada, en un tiempo no especificado, por al menos un tercio en la parte inferior, cortando las manos que probablemente fueron dañadas.

Las manos tenían que estar en una posición emblemática, como en los retratos más famosos de Leonardo y, según algunos testimonios de la época, tenían que parecerse a los de la dama del ramo de Verrocchio. Hay un estudio en la Biblioteca Real del Castillo de Windsor. Ginevra usa un vestido con un cuello cerrado por cordones y una camisa blanca y muy fina; del cuello cuelga una bufanda negra que enmarca el pecho y los hombros. El peinado es típico del último cuarto del siglo xv en Florencia, con el pelo recogido en la nuca dejando algunos rizos libres para enmarcar la frente. Inusual es la falta de accesorios y joyas que fueron testigos de la riqueza de la familia: quizás fue la misma  mujer que pidió ser retratada de esa manera, rompiendo con la tradición de los retratos de la alta burguesía.

Es evidente la comparación del artista con la pintura flamenca, que intentó emular en la delicada luminiscencia del cabello y en el colorismo analítico. La sombra del enebro realza el resplandor expresivo de la cara de la mujer. El color del peinado evoluciona en el del vestido y el fondo del paisaje, de acuerdo con un continuo cromático que atestigua la habilidad ganadora en el uso del sello marrón-marrón en varios tonos.

A lo lejos se abre un paisaje con todos los elementos queridos por el pintor: espejos de agua, campanarios y torres afiladas, montañas. Todo se trata con tonos de azul según las reglas de la perspectiva aérea. La configuración al aire libre es muy inusual, especialmente para un retrato«

Aunque no es de las obras más destacadas de Leonardo, en ella se pueden apreciar toques propios suyos, como los rizos brillantes menudos o la posición poco convencional para la época de tres cuartos, también el tema de la naturaleza: los paisajes y la botánica que utiliza, identifican de alguna manera su autoría.

Es una pintura que a primera vista puede resultar un poco chocante por la pálida y melancólica cara de la modelo, además con un árbol o arbusto detrás demasiado oscuro y quizás algo tétrico, que a juicio de cualquiera no encajaría mucho en la composición, a menos que no tuviese una intencionalidad conceptual, que pudiera ser y que luego veremos. En cuanto a su rostro, blanco impecable, casi de porcelana, creo que goza de una limpieza de rasgos, de un equilibrio en el color y de una  armonía que resulta cuando menos atrayente, a mí por lo menos, me parece deslumbrante y muy hermoso.

También me gusta el choque de los azules del fondo en contraste con los ocres, dorados y el negro de la bufanda.

Los críticos califican el cuadro de una gran belleza, en él Leonardo, aparte de trabajar perfectamente los claros y oscuros, ya aplicaba con bastante maestría la técnica del sfumato, utilizaba multitud de capas para darle esa voluptuosidad de realidad idílica y de tanta limpieza a su vez, llegando incluso a utilizar las yemas de los dedos para extender la pintura, con lo que conseguía ciertos matices que le daban una mayor perfección y naturalidad (De hecho se pueden apreciar en el cuadro varias huellas digitales de los dedos de Leonardo)

Pero la obra no termina en lo que podemos contemplar visualmente, sobre la interpretación del cuadro hay varias hipótesis, aunque antes resulta necesario conocer, un poco, quién fue la modelo de este cuadro:

Identificada como Ginevra de Benci, era una dama destacada del Renacimiento italiano, hija de un poderoso banquero florentino, Amerigo di Giovanni Benci, amigo de Leonardo y, a su vez, relacionado con la familia Medici. Destacó por su inteligencia, su belleza y sus dotes para la poesía. Gracias a su posición social, Ginevra tuvo la ocasión de mezclarse en ambientes artísticos y filosóficos, entre los círculos eruditos y las tertulias intelectuales, esto suponía relacionarse con los miembros de la Academia platónica, como Ficino, o con poetas de la talla de Poliziano, lo que le valió la admiración de muchos de sus contemporáneos, entre ellos del mismísimo Lorenzo Medici.

Sin embargo, debido a los convencionalismos de la época, cuando tan sólo contaba con 16 años, la dama se vio obligada a casarse por orden de su padre con un próspero comerciante viudo y mucho mayor que ella, Luigi di Bernardo Niccoli, que nada tenía que ver con su mundo, con el ambiente donde ella se desenvolvía, con lo cual imaginamos que no tuvo que ser muy de su agrado.  

En aquellos años era normal que a las damas de la nobleza o la burguesía se las retratase con motivo de su boda y este podría ser el motivo por el que Leonardo pintase a la joven florentina.

El retrato realizado por Leonardo podría representar a la joven dama antes de su boda y, tras ella, el árbol que simboliza a su nombre, en aquella época los juegos de palabras eran muy populares (El arbusto que vemos detrás de la modelo es un «Enebro o junípero» en italiano «ginepro» se parece fonéticamente a Ginevra), digamos que esta podría ser la versión oficial.

Sin embargo, también existe otra versión que nada tiene que ver con lo dicho, pero para entenderla resulta necesario ponernos un poco en situación y conocer a los personajes que tienen algo que ver con la trama amorosa:

  • Ginevra de Benci, la modelo retratada, y de la que hemos hablado anteriormente. Víctima de un enamoramiento extramatrimonial.
  • Luigi di Bernardo Niccoli, comerciante de paños y marido impuesto a Ginevra de Benci.
  • Leonardo da Vinci, el autor del retrato, amigo del padre de Ginevra, de su hermano y supuestamente también de ella, ya que frecuentaban los mismos ambientes intelectuales.

Retrato de Lorenzo el Magnífico por Giorgio Vasari
  • Lorenzo di Piero de’ Medici, conocido como Lorenzo el Magnífico, igualmente frecuentaba los mismos ambientes intelectuales y era admirador de Ginevra de Benci, ambos eran apasionados de la poesía. Lorenzo fue estadista italiano y gobernante de la República de Florencia, mecenas de las artes (entre otros de Miguel Ángel y del propio Leonardo Da Vinci), banquero, poeta y filosofo renacentista.
  • Por último, Bernardo Bembo, «el amante platónico», casado con varios hijos, doctor en filosofía y en derecho, y amigo de Lorenzo de Medici. Fue nombrado embajador de Venecia en Florencia el 23 de diciembre de 1474, regresó a Venecia en 1476 y fue vuelto a ser nombrado embajador de Florencia en 1478, hasta 1481.
Pintura del artista Hans Memling (la mayoría de las hipótesis defienden que el retratado es Bernardo Pombo)

Lorenzo de Medici, gobernante y personaje más influyente de Florencia, muy probablemente introdujo a su amigo Bernardo Bembo en los ambientes intelectuales, y es muy posible también que Lorenzo, ferviente admirador de Ginevra, presentase a los dos enamorados respectivamente.

Bernardo y Ginevra comenzaron a sentir cierta admiración mutua, que pronto llegó a convertirse en un enamoramiento platónico.

En la época del Quatroccento, una práctica habitual y admitida entre la aristocracia eran los amores platónicos, podrían llegar a estar hasta bien vistos incluso, siempre que no se llegasen a tocar ni un solo dedo de su cuerpo.

De todos era conocido que Bernardo y Ginevra pasaban mucho tiempo juntos, se profesaban una gran admiración y lo demostraban constantemente mediante elogios mutuos o dedicándose entre ellos poesías, hay documentos que así lo atestiguan, pero no llegaron a consumar en momento alguno relación física (al menos que se sepa). Ninguno de los dos, debido a sus respectivas situaciones, su educación y sus creencias se atreverían a traspasar las fronteras de lo físico en su amor.

Bernardo, un hombre casado y con hijos, no podía tener a Ginevra, pero para satisfacer, de alguna manera, el amor que sentía por ella, sí pudo encargar el retrato a un pintor de su círculo, como fue Leonardo Da Vinci, que además era protegido de su amigo Lorenzo de Medicci.

Hay constancia del casamiento de Ginevra en 1974, cuando contaba sólo con 16 años, pero el rostro que aparece en el retrato y la forma de vestir apuntan a una persona de mayor edad, cuando si hubiese sido un cuadro pre-boda, como era lo habitual, hubiese sido un rostro mucho más infantil, esta es una de las razones por la que se piensa que el retrato fue posterior a su matrimonio. También existe otra razón para pensar que la obra la encargó alguien ajeno a la familia, y es que cuando una mujer casada se realizaba un retrato la orientación era la contraria a la que ella tiene en el retrato, el esposo es el que mira hacia su izquierda y la esposa debe mirar hacia su derecha, según las costumbres de la época, contrario a la posición que mantiene Ginevra en el retrato.

En este sentido se puede entender por qué Leonardo retrató a Ginevra con ese aire de melancolía y de tristeza, Ginevra era infeliz en su matrimonio con un esposo al que no amaba, con las circunstancias añadidas de tener bastantes problemas económicos y de tener a su verdadero amor vetado por las circunstancias, prohibido por ella misma.

Leonardo que probablemente también era amigo y admirador de Ginevra, supo reflejar su malestar y melancolía en su rostro, pero también en el ambiente, ubicándola al atardecer a la sombra de un «enebro», este árbol no sólo representa a su nombre, también simboliza el sufrimiento y el dolor.

Hasta aquí, solo hay conjeturas sobre la interpretación del retrato, pero como decía el cuadro traía un regalo oculto:

En el reverso del cuadro aparece una imagen del emblema de Ginevra, con una lectura que podría dar bastante luz a toda esta historia, El enebro central, ginepro en italiano como habíamos dicho anteriormente, la simboliza a ella, pero también simboliza la castidad, la palma (derecha) representa la virtud moral, mientras que el laurel (izquierda) indica inclinaciones artísticas o literarias. Estos dos últimos elementos, la palma y el laurel también aparecen en el emblema de Bembo, con lo cual, Ginevra (el enebro) se encuentra en el interior de Bembo (La palma y el Laurel), todos estos elementos además aparecen unidos por una filigrana en la que se puede leer: «VIRTUTEM FORMA DECORAT» «La belleza adorna la virtud», en alusión a la relación platónica de los amantes.

Pero hay algo más que relaciona el retrato de Ginevra con este personaje. Se ha podido constatar mediante fotografía de infrarrojos que bajo la capa de pintura que se ve ahora, se oculta una primera inscripción, representado la palabras Honor y Virtud, que da la casualidad que es el eslogan que utilizaba Bembo en su emblema: «Virtus et honor«.

Los últimos descubrimientos que atestiguan esta última versión los avala la historiadora Carla Glori, responsable de haber descifrado cincuenta anagramas latinos marcando «VINCI«, formados por el lema «»VIRTUTEM FORMA DECORAT» que aparece en la filigrana pintada en el reverso del cuadro, más la palabra clave «IUNIPERUS«, donde se describe los sentimientos de los protagonistas del triángulo amoroso, desvelándonos el drama de una niña del Renacimiento, culta, sensible e inteligente, expropiada por la tradición patriarcal de su libertad y de la posesión de su propio cuerpo.

3º) COMENTARIO.

Hay cuadros que consiguen admiración popular de por vida, los hay que pasan completamente desapercibidos, otros que son objeto de pura especulación sin importar su contenido, también aquellos que son una auténtica basura y por último otros que simplemente, enamoran…

Leonardo da Vinci admiraba mucho al polímata Alberti, de él aprendió que las obras de arte tenían que hacerse de dentro hacia fuera, primero hay que pintar los personajes desnudos y luego se les va poniendo y moldeando la ropa. Uno se va dando cuenta que de igual manera Leonardo pintaba el alma de sus cuadros, primero los pintaba desnudos y luego los vestía de sentimientos.

Dicen que Ginevra de Benci fue musa para muchos florentinos de la época, pero en realidad fue algo más que una musa, fue poeta, y aunque su obra se perdió prácticamente en su totalidad, afortunadamente consiguió perdurar uno de sus versos, que aunque algo escueto, nos da una pincelada muy significativa del sentir de Ginevra de Benci:

«Te pido perdón:

soy un tigre de montaña»

Ese «te pido perdón«, nos dice que era una persona educada y que respetaba las normas de la sociedad de la época, muy probablemente hasta con cierta sumisión, de hecho aceptó casarse en un matrimonio de conveniencia establecido por el padre.

Cuando nos dice «soy un tigre de montaña«, nos está diciendo que sus sentimientos y su alma van por otro camino distinto, nos está diciendo que es apasionada, salvaje y su interior completamente indomable, mostrando además el orgullo y la dicha de ser como es. Pero también nos está diciendo que la máxima libertad radica en nuestro interior, que es infranqueable y que no se puede doblegar, que los sentimientos son sólo nuestros y esos no se pueden arrebatar.

No me cabe la menor duda que Leonardo fue admirador y amigo de Ginevra de Benci, al igual que seguramente también lo fue de Bernardo Bembo, y por supuesto conocedor del amor platónico que ambos se profesaban, solo así se puede explicar como pudo realizar esta pintura de tan extraordinaria belleza…

Retrato de Ginevra de Benci

donde el tiempo se detiene en un atardecer de azules pálidos,

donde el tiempo se detiene a la sombra de un enebro,

donde el tiempo se detiene en el rostro de porcelana de una joven invadida por la melancolía, «enferma de un amor prohibido e inalcanzable». (Josechu Pr)

«Si el poeta dice que puede inflamar de amor a los hombres … el pintor tiene el poder de hacer lo mismo … en el sentido de que puede colocar frente al amante la verdadera semejanza del amado…» (Leonardo Da Vinci)

4º) FUENTES DE DOCUMENTACIÓN.

  • Leonardo Da Vinci – Biografía. Giorgio Vasari.
  • El imaginario de Leonardo. Códices Madrid de la BNE.
  • Leonardo Da Vinci- La Biografía- Walter Isaacson.
  • Tratado de la pintura -Leonardo Da Vinci- (de Rafaelle dv Fresne)
  • http://www.carlagori.com (página web de Carla Gori donde desvela los anagramas localizados que describen la historia del retrato de Ginevra de Binci)

Josechu PR

Ir a página de inicio
Ir a entradas de Arte y Cultura

Un comentario en “El lado oculto de Leonardo Da Vinci – Ginevra de Benci – el tigre de montaña (Capítulo 4 de 10)

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s